Perfiles encontrados, FADU, UBA.

Un modo de abordar la noción de territorio debe comenzar por derribar, de una vez, la antigua dicotomía entre arquitectura y paisaje, o artificio y naturaleza. A tal efecto, se deberá redefinir, la noción que adquieren estos conceptos en el marco de una tradición cultural instalada. Entenderemos pues, la naturaleza, como la materia prima del territorio; el territorio, como el grado cero del paisaje, el soporte desde el que se despliega la estrategia del proyecto; y el paisaje, como una construcción cultural naturalizada con la presencia del hombre susceptible, por tanto, de ser transformado o modificado. Desde aquí, pretendemos actuar con una noción de paisaje empática, de equilibrio, pero también, de dominio del territorio o de la naturaleza -cambiante e imprecisa-, atendiendo sus diferentes procesos evolutivos de transformación y mutación temporal: natural o artificial. Una acción que defina el carácter fuertemente antropizado que determina cualquier actuación de proyecto en el marco del paisaje. Los prados, los campos de cultivo, las dehesas, o incluso, aquéllos territorios aparentemente dejados a la deriva, han sido cuidadosamente trabajados y modificados por la presencia del hombre, en una relación análoga a la que se produce en el mutualismo naturalista o biológico, de cooperación y equilibrio por la supervivencia de la especie.
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